sábado, 28 de enero de 2017

Del heroísmo y el patriarcado

Como me barruntaba he pasado a formar parte de ese distinguido club constituido por desconcertados cinéfilos a los que se les escapa el entusiasmo despertado en todas partes por Toni Erdmann, película cuyo principal mérito podría ser la novedosa acuñación del concepto teórico del payasopatriarcado si no fuera porque Paco Martínez Soria ya encarnó ese personaje de paleto que acorazado con las virtudes tradicionales de la ideología rural partía a rescatar a una hija seducida por los falsos cantos de sirena de lo que se suele llamar el mundo moderno.

Tampoco es que esté mal: prácticamente en todas las secuencias hay momentos brillantes, y a lo mejor lo que se me escapa es la gracia del esfuerzo sostenido por diluirlos en un devenir amorfo, estrategia que funcionaba bien en Entre nosotros, pero que aquí, a mi juicio, a Maren Ade se le va de las manos.

Andaba yo barruntando que lo de Cannes este año no tenía remedio (o casi, ya que me han gustado The neon demon, Mimosas y El extraño, que es un remake de Memories of murder en marciano) cuando me topé con Loving, que me parece la gran película que todo el mundo decía que era Carol sin que a mí me lo pareciera. Loving trata de un taciturno trabajador de la construcción que con su sueldo es capaz de tener un coche, alquilar una casa de campo y sacar adelante a tres hijos mientras su mujer se ocupa de las tareas del hogar y (en sus escasos ratos libres) de cambiar la Constitución de los Estados Unidos, una labor sin duda de mérito pero que empalidece ante los titánicos logros del héroe masculino.    

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